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Cine Braille

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Todos estos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia

DISECCIONANDO DOCTOR HOUSE

Aquí siguen diez pistas que intentan desentrañar el secreto del éxito de la popular serie de Fox TV, que en Hispanoamérica es emitida por el canal Universal. Abusando del chiste obvio, podríamos decir que aquí siguen los resultados de diez biopsias… [Publicado originalmente en marzo de 2009 en Televicio Webzine].

 

“Mi mente se rebela ante el estancamiento. Denme problemas, denme trabajo, denme el más abstruso criptograma o el análisis más intrincado y me sentiré en mi verdadero lugar en el mundo. Puedo prescindir de ellos usando estimulantes artificiales, pero sepan que odio el aburrimiento y la rutina de la existencia: me desespera vivir si no es en estado de exaltación mental”. Sherlock Holmes en “El signo de los cuatro”, de Arthur Conan Doyle, traducción propia.

 

1) HUGH LAURIE
La caracterización del doctor Gregory House que hace el actor británico es realmente extraordinaria: resulta difícil creer que Laurie sea en realidad (y básicamente) un comediante, que su perfecto acento norteamericano sea actuado de la a a la zeta, que en vez de ser un misántropo militante como House sea una persona humilde, sensible y sumamente gentil y que, además de todo esto, represente sin esfuerzo visible a un tullido que usa bastón. (¡Quién diría que es el mismo actor de Stuart Little!). Craig Erwich, vicepresidente ejecutivo a cargo de la programación de Fox, llamó al video de prueba enviado por Laurie para el casting “una de las más grandes audiciones de todos los tiempos”. El único detalle que lamentamos al respecto es lo difícil que le va a ser al bueno de Hugh despegarse del personaje: uno más en el sendero de Mark Hammill, Michael Richards, Don Adams
2) TRAMAS INTELIGENTES
Las historias médicas que sirven de McGuffin en cada capítulo fueron extraídas, por lo general, de la vieja columna de Berton Roueché en The New Yorker. Digo McGuffin porque, más allá del apunte nominalista de que no existen enfermedades sino enfermos, las dolencias que padecen los pacientes de House no son el foco de la serie sino un medio que sirve para explorar los misterios y las contradicciones del alma humana: la enfermedad es el desencadenante del cuestionamiento del vínculo entre padres e hijos (Daddy's boy), de las relaciones de pareja (Clueless, Fidelity), del ansia de ser madre (Fetal position), de la dificultad de hacer frente a nuestras debilidades (The itch), de la construcción de la propia imagen (Cursed), hasta de la propia postura ante la existencia (Games). Que estos ejercicios de indagación filosófica no sólo no nos ahuyenten sino que nos impidan levantarnos de nuestros asientos durante cada emisión, que nos induzcan a la introspección casi sin darnos cuenta, que estén desarrollados de un modo impecable y que estén puntuados por diálogos chispeantes nos invita a reírnos del mote de “caja boba” con que se ha descalificado por décadas a la TV (en buena medida, con razón), así como nos lleva a preguntarnos qué le pasa hoy al cine (en especial, al cine de Hollywood) que es, con excesiva frecuencia, incapaz de presentarnos producto alguno de semejante densidad y capacidad de entretener.
El mérito principal de la inteligencia de los guiones es del creador de la serie, David Shore, pero hay que destacar también el respaldo de todo un equipo de productores y guionistas, y más que de un equipo de productores y guionistas, de un sistema de trabajo al estilo Hollywood que no deja situación ni línea de diálogo sin pulir, algo que recién en estos tiempos se está copiando en la TV argentina.
3) EL RECURSO A LA INTERTEXTUALIDAD
* Arthur Conan Doyle creó a Sherlock Holmes a partir de un médico de su conocimiento, el doctor Joseph Bell; simétricamente, David Shore creó a su médico a partir del modelo de Holmes. Comenzando por lo más obvio, de allí proviene la similitud de los nombres Holmes / House y Watson / Wilson. También la personalidad racional y casi exenta de emociones del detective y el médico; la obsesión por resolver acertijos, algo que en House bordea lo patológico y llega a poner en riesgo la salud de sus pacientes; la sorprendente capacidad de ambos de deducir el modo de vida de una persona a partir de unos pocos detalles; el hecho de que ambos se domicilien en viviendas que llevan el número 221 B; la compartida condición de músicos (Holmes, violinista; House, pianista y guitarrista); la adicción a las drogas de ambos (a la cocaína de Holmes; al Vicodin de House); la aparición de personajes con apellidos como Adler o Moriarty.
* Debido a su problema en la pierna derecha (del que ya hablaremos) House debe emplear un bastón, al igual que… el reputado padre de la medicina, Hipócrates de Cos.
* Como Philip Marlowe, el arquetípico detective de la novela policial negra norteamericana creado por Raymond Chandler, House es un sarcástico solitario que permanece fiel a un código de honor personal que recuerda al de un caballero medieval: si para Marlowe ese código implica defender los intereses de su cliente hasta el punto de desafiar a la ley y a la policía, para House implica salvar la vida de sus pacientes sin importar las normas bioéticas y legales que haya que vulnerar en el proceso. La serie también comparte con las novelas de Marlowe la característica de que el misterio a resolver (médico en una, policial en la otra) termina siendo menos importante que la pintura social y humana que se traza en el proceso de desentrañarlo: si Marlowe desnuda para nosotros los cimientos podridos sobre los que se asienta el Sueño Americano, House pone de manifiesto la profunda hipocresía del mismo (no por nada su catchphrase principal es everybody lies,“todos mienten”). Por dar un solo ejemplo, en el capítulo Role model, House se refiere así a un nuevo producto medicinal que el entonces dueño del hospital, el empresario farmacéutico Edward Vogler, le obliga a promocionar en público bajo amenaza de dejar sin trabajo a su equipo: "¿saben cómo sé que el nuevo inhibidor es bueno? Porque el viejo lo era. Éste viene a ser igual pero más caro, mucho más caro. Otro ejemplo de genio empresarial: cuando la patente de su producto va a expirar, hace que sus chicos lo alteren un poco y lo vuelve a patentar. Eso no sólo es una pastilla nueva, sino millones y millones de dólares, y eso es bueno para todos ¿no? Los pacientes... Pfff, ¿qué más da? Están enfermos. A Dios nunca le cayeron muy bien. Así que a todas las personas sanas de la sala les pido un aplauso para Ed Vogler".
* El doctor Wilson tiene en su oficina un afiche de un legendario filme de Orson Welles, Sed de Mal (Touch of evil, 1958) en el cual el célebre cineasta, guionista y actor norteamericano personifica al detective Hank Quinlan, un policía antipático, de aspecto desagradable, que usa bastón, y que ha resuelto innumerables casos rompiendo en el proceso con todas las reglas imaginables.
4) HOUSE, HÉROE TRÁGICO
House es un solitario que se acomoda mal a una sociedad que no lo comprende, regida por normas a las que desprecia. Es posible considerarlo tanto un superdotado como un ser desgraciado y digno de lástima: su furiosa negativa a establecer una relación profunda con nadie (salvo Wilson, y esto aún con muchos peros) es una manera radical de resguardarse de la vulnerabilidad implícita en cualquier vínculo amistoso o amoroso, algo que proviene de su conflictiva relación con su padre. Del mismo modo, desarrolló un patrón de relacionamiento con los demás que no busca la aceptación por vía del afecto sino por la ruda demostración de su superioridad intelectual, algo que por cierto sucede a menudo.
Tras una juventud en la que coqueteó con las drogas, hacia sus 35 años se produjo el hecho que marcaría definitivamente su vida: un infarto muscular mal diagnosticado (¡justo a él!) le produjo la necrosis (muerte) del cuádriceps la de pierna derecha, algo extremadamente doloroso, y que a la larga le dio la excusa perfecta para disfrazar su adicción a los tranquilizantes. El incidente también causó su ruptura con el gran amor de su vida, la abogada Stacy Warner (Sela Ward), quien desobedeció su pedido de que se lo sometiera a un tratamiento extremadamente riesgoso, pero que le hubiera salvado el uso pleno de su pierna derecha. 
Durante la quinta temporada, parece quedar claro que House teme menos al dolor y la soledad que a la esperanza de que haya una manera de superar ambos: ya se sabe que la posibilidad de la desilusión es el ineludible reverso de esa moneda porque, como afirmara Wimpi, no se puede confundir una ilusión con un pagaré. O con palabras del propio House, hope is for sissies (algo así como “la esperanza es cosa de maricas”).
5) LOS OTROS PERSONAJES
Así como Sherlock Holmes tenía a su amigo y colaborador el doctor Watson, House tiene a un amigo (el oncólogo James Wilson, un excelente Robert Sean Leonard) y a un grupo de colaboradores, de los que hablaremos luego. Wilson es el único amigo real de House, la única persona a la que el antipático doctor considera un par, y la única persona que no lo aburre. Wilson es tan diferente a House que funciona, por contraste, casi como la voz de su conciencia: es considerado, amable, respetuoso de las creencias religiosas (si bien es ateo como House) y, en vez de ser misántropo y autosuficiente, tiene una gran necesidad de ser necesitado, como lo demuestran su relaciones con sus sucesivas esposas: el “complejo de Mesías” del que House se burla cada vez que puede. Más allá de vaivenes, algunos muy marcados, como los producidos en el final de la cuarta temporada y el comienzo de la quinta, Wilson siente verdadero afecto por su amigo. (House: “¿Valoras más nuestra amistad que tus responsabilidades éticas?”. Wilson: “Nuestra amistad es una responsabilidad ética”). La amistad entre ambos es tan fuerte que hasta ha interferido con la vida amorosa de Wilson. House, en una oportunidad, le habla así acerca de su novia Amber / “Perra Despiadada”: “Un segundo… ¡No es sólo por el sexo! Te gusta su personalidad, que sea maquiavélica y que no le importe las consecuencias. Te gusta que humille a la gente si le conviene. (Se pone pálido). Oh, Dios mío… ¡Te estás acostando conmigo!”
Otro personaje que, al igual que Wilson, funciona como contrapunto necesario de House, es su superior, la Decana de Medicina Lisa Cuddy (Lisa Edelstein). Cuddy representa el punto de vista reglamentarista y a menudo excesivamente burocrático del sistema de salud norteamericano, e intenta encauzar el trabajo de su genial subordinado en el estrecho marco de las normas establecidas: sus frecuentes peleas son un comentario cargado de erotismo de la difícil concordancia de medios y fines. Y digo cargado de erotismo porque la relación entre ambos rezuma tensión sexual, algo que en la quinta temporada ha aflorado con fuerza. Además de ser una profesional prestigiosa, Cuddy es una atractiva mujer de mediana edad; como dice House con incomparable ironía: “[Cuddy lleva puesto un] bonito traje. Dice ‘soy profesional sin dejar de ser mujer’. Lo segundo lo dice a gritos”. ¿Esa tensión se mantendrá sin resolverse, o caerá en el peligroso recurso del casamiento de los personajes principales? Aún no lo sabemos.
Los dos equipos de ayudantes que ha tenido House estaban conformados por tres médicos. El doctor Eric Foreman (Omar Epps), abrumado por el riesgo de convertirse, muy a su pesar, en una versión afroamericana de House, formó parte del primero y devino en una especie de supervisor delegado por Cuddy al integrarse el segundo equipo. El primer grupo estaba formado también por Robert Chase (Jesse Spencer), un australiano buen mozo que admiraba a House hasta la obsecuencia y que terminó enemistándose con él, y Allison Cameron (Jennifer Morrison), novia de Chase desde el final de la tercera temporada y el opuesto a House por su (a menudo excesiva y algunas veces contraproducente) empatía con los pacientes: conflicto que parece subrayar los riesgos de que un médico se involucre afectivamente con una persona por cuya salud debe velar.
El segundo equipo, conformado tras una especie de hilarante reality-show que duró buena parte de la cuarta temporada, está integrado por el doctor Chris Taub (Peter Jacobson) un muy buen cirujano y esposo enamorado que, empero, vive torturado por sus compulsión a la infidelidad conyugal; el doctor Lawrence Kutner (Kal Penn) entusiasta admirador de House, descendiente de indios que quedó huérfano a los diez años en circunstancias trágicas; y la doctora Remy Hadley, apodada Trece (Olivia Wilde), una muy bella e inteligente profesional que anima el devenir de la serie con dos características interesantísimas: es bisexual, y padece una enfermedad degenerativa incurable que avanza paso a paso.
House adora hacer competir entre sí a sus colaboradores y burlarse agresivamente de sus errores, en parte por diversión y en parte para acostumbrarlos a confrontar puntos de vista y a trabajar bajo presión: los siempre complicados casos que deben resolver suelen requerir diagnósticos urgentes.
6) HOUSE Y LA INVEROSIMILITUD DE SU ÉXITO
Resulta sorprendente que, en los mismos Estados Unidos que consagraron presidente a un troglodita como George W. Bush, el éxito masivo haya alcanzado a una serie que propone a la admiración general a un personaje adicto a las drogas (“he dicho que soy adicto, no que tenga un problema”), aficionado a la pornografía y a ver telenovelas en horas de trabajo, cliente asiduo de prostitutas, ateo militante (“¿estás hablando con tu amigo imaginario?”, le asesta a una persona que reza por un familiar enfermo), descuidado en su vestir, misántropo incurable (“para tratar enfermedades [es que] somos médicos, tratar pacientes es el inconveniente de esta profesión”) e insoportable arrogante incapaz de respetar regla alguna. ¡En verdad es todo un logro!
7) LA INCORRECIÓN POLÍTICA DE HOUSE
Uno de los indudables atractivos del protagonista de la serie es su absoluta incorrección política, su desprecio por toda norma o convención social que constriña su comportamiento: en términos de un famoso escrito de Sigmund Freud, se trata del triunfo del individuo por sobre la cultura. House no se molesta en vestirse de un modo que agrade a los demás (usa unas camisas que parecen no haber conocido jamás una plancha) ni repara en lo más mínimo en la forma en que sus palabras pueden afectar a los demás (más bien parece solazarse en la intencionada crudeza de las mismas). Directamente ignora toda urbanidad, identificándola no sólo con la pura hipocresía, sino hasta con la cobardía: opina que la gente no busca agradar a los demás porque sienta un genuino interés en sus semejantes, sino por temor a una posible agresión (1). Llega incluso a envidiar a un chico autista porque su discapacidad lo libera de observar formalidades de la vida social que le parecen “carentes de todo sentido, insinceras y, por ello, degradantes” (Line in the sand). El sarcasmo de House es una forma de libertad que recuerda a las ideas del filósofo cínico griego Diógenes de Sinope: la felicidad es cuestión de soledad en un mundo en el que todos, como esclavos, se contentan con obedecer las imposiciones de la sociedad.
8) HOUSE Y LA FILOSOFÍA (2)
Al citar a Diógenes ingresamos en un terreno sumamente interesante de rever: el costado filosófico de la serie. Pareciera que el más mínimo comportamiento de House estuviera dirigido a embestir contra la herencia kantiana de la Modernidad, que relaciona la bondad con el cumplimiento de las normas y no con hacer el bien: noción que hubiera repugnado al cínico de Sinope tanto como repugna al lisiado médico de Nueva Jersey.
Otro filósofo al que el comportamiento y las palabras de House parecen aludir con frecuencia es Emile Cioran: así como el médico llega a pronunciar la tremenda y reveladora frase “la esperanza es cosa de maricas” (Living the dream), el nihilista rumano escribió que “la idea de la nada no es la apropiada para la humanidad laboriosa: los atareados no tienen ni tiempo ni ganas de sopesar su polvo; se resignan a las durezas o a las estupideces de la suerte; esperan: la esperanza es una virtud de esclavos” (Breviario de podredumbre). Y ese pensamiento de Cioran nos lleva inmediatamente al filósofo al que las reflexiones y las acciones de House parecen evocar con mayor claridad, el Zaratustra de Nietzsche. No sólo por su rechazo al culto de la divinidad cristiana, ni por su individualismo extremo, sino también porque House, como el Superhombre nietzscheano, parece estar más allá de los límites normativos que todos los demás deben respetar. O, en las (chocantes, altaneras) palabras suyas, “el derecho a la soberbia hay que ganárselo. ¿Qué has hecho tú para merecerlo?” (The jerk) que parece otra versión de “¿Eres uno de esos que tienen derecho a sacudir un yugo? Más de uno repudió su único valor al repudiar su servidumbre” o de “¿Eres capaz de fijarte por ti mismo tu bien y tu mal y suspender sobre ti la ley de tu propia voluntad? ¿Eres capaz de ser tu propio juez y el guardián de tu propia ley? ¡Terrible es el estar a solas con el juez y guardián de la propia ley!".
9) EL SENTIDO DEL HUMOR DE LA SERIE
Una característica para nada menor de House, M.D., es un agudo sentido del humor, frecuentemente en su veta más negra. Algunos ejemplos: “usted tiene un tumor que pesa doce kilos. Alégrese, es récord para la clínica”. “No me gusta hablar mal de otros médicos, y menos de un borracho imbécil”. “El hombre se curará, volverá a desear a su mujer, a abrazar a su hijo... Espero que no lo haga al revés, sería una pena que curase a un pedófilo". [Refiriéndose a una niña con un cáncer terminal] “Wilson quiere darle otro año de vida para despedirse de su mamá. Debe ser tartamuda, la pobre". O este diálogo. Cuddy: “¿De dónde vienes?” House: “De los simios, si crees en los demócratas”. O el comienzo de la cuarta temporada, con un delirante reality-show para elegir a su nuevo equipo, en el que, por ejemplo, una de las pruebas que daba mejor puntaje a los candidatos era obtener… la bombacha de Cuddy.
10) LA PERFECCIÓN DE ALGUNOS CAPÍTULOS
Más allá de cualquier consideración, la serie rebosa de capítulos simplemente perfectos, como House’s head y Wilson's Heart, el inquietante y por momentos lisérgico doble final de la cuarta temporada. Como Last resort, en el que un paciente toma rehenes (entre ellos, Trece y el propio House) y amenaza con matarlos si no recibe un diagnóstico certero para sus extraños padecimientos. Como Birthmarks, en el que House viaja al entierro de su padre y termina saldando cuentas con Wilson. Como House vs. God y su extraño duelo entre el doctor y la Deidad. Como Frozen, en el que el equipo de House diagnostica a distancia el problema de salud de una psicóloga atrapada en una base antártica (por cierto, la siempre bella Mira Sorvino).  Como 97 seconds y la extraordinaria (y en el fondo, absolutamente lógica) decisión que toma House en el marco de una discusión con un paciente sobre la vida después de la muerte. Como, especialmente, el memorable Three stories, en el que de un modo sorprendente y sumamente original se narra el proceso que culminó con la cojera de House.
 
NOTAS
(1) "En el fondo, quieren por sobre todas las cosas que nadie les haga mal, así que se adelantan a todos haciéndoles bien. Pero esto es cobardía, aunque se llame 'virtud'". Así habló Zaratustra, Friedrich Nietzsche.
(2) En Italia hasta se editó un libro que toma a la serie como punto de partida para diversas reflexiones filosóficas. Véase por ejemplo La filosofia del Dr. House. Etica, logica ed epistemologia di un eroe televisivo, del colectivo Blitris. (La nota está en italiano).
VÍNCULOS
Página que recopila frases destacadas de la serie.
Doctor Gregory House: el post. Taringa.net.
"Odio la mala educación. Reportaje de Rocío Ayuso a Hugh Laurie, El País de Madrid, 22 de octubre de 2007.
Pensando una televisión pedagógica. Por qué queremos tanto a Dr. House. Alejandro Piscitelli. Educ.ar, 21 de enero de 2008.
Si House cambia demasiado, al público ya no le gustará". Reportaje de Roque Casciero a David Shore, creador de la serie. Página/12, martes 11 de noviembre de 2008.
House,’ Already Strong, Gets a Boost. Bill Carter, New York Times, 30 de enero de 2007 (en inglés).
Dr. Feelbad. Reportaje de Neil Strauss a Hugh Laurie, Rolling Stone, 5 de abril de 2007 (en inglés).
House: season four premiere. Roger Holland, Popmatters.com, 25 de setiembre de 2007 (en inglés).
El doctor House, inspiración de filósofos. Público.es., 26 de setiembre de 2007.
A conversation with House, MD Executive Producer Katie Jacobs. Reportaje de Barbara Barnett a Katie Jacobs, Blogcritics.org, 19 de enero de 2009 (en inglés), que integra una serie de artículos cuyo conjunto se puede ver haciendo clic aquí.
Página de la serie en IMDb.com (en inglés).
Doctor House en Wikipedia (en inglés).
Lista de episodios en Wikipedia (en inglés).
Transcripción de guiones de la serie (en inglés)